lunes, 27 de noviembre de 2017

Comentario editorial del 26-11-17

COMENTARIO EDITORIAL DEL 26-11-17

 

La semana, pues como siempre hemos tenido de todo un poco, aunque lo más destacado y, de lo que más hablaron nuestros políticos ha sido del modelo de financiación territorial que existe en España, y que constituye el  enorme despilfarro de recursos públicos que llevan a cabo las autonomías, así como la absurda duplicidad de funciones y la existencia de administraciones paralelas, que, además de saquear el bolsillo del contribuyente, son un claro ejemplo de nepotismo, clientelismo y corrupción política.

 

La aprobación del Cupo Vasco esta semana es tan solo el último capítulo de una particular dinámica política que, por desgracia, lleva muchos años reproduciéndose en España. El País Vasco abona al Gobierno central mucho menos dinero del que debería para costear las competencias que presta el Estado en dicha región foral, y, por si fuera poco, se queda con una mayor recaudación del IVA de lo que le corresponde en realidad.

 

Pero a decir verdad esto no es algo nuevo, los diferentes gobiernos de la democracia, han manipulado de forma vergonzosa la factura del cupo para lograr el apoyo de los nacionalistas vascos, ya sea para lograr una cierta estabilidad política en el Parlamento o bien para aprobar los Presupuestos Generales del Estado, tal y como ha sucedido este año. Sea como fuere, el problema de fondo es que se hace caso omiso a las leyes, al tiempo que se miente de forma descarada a la opinión pública, por cuestiones de puro interés partidista.

 

Y lo más triste es que esta especie de mercado persa en el que los políticos de diferentes administraciones y partidos se reparten el dinero de todos en base a su particular conveniencia, no es un fenómeno exclusivo del País Vasco, sino que se extiende a todas las autonomías, en mayor o menor grado. El actual modelo, tal y como está concebido,  no responde a criterios técnicos, ni sociales ni económicos,  sino que consiste, única y exclusivamente, en el habitual compadreo político entre cúpulas partidistas y barones regionales, dando como resultado un tsunami  de imposible resolución.

 

Evidentemente, esos  criterios de eficacia y eficiencia, que son los únicos que deberían primar en el ámbito de la financiación pública, brillan por su ausencia.

García MOLINA


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