lunes, 12 de noviembre de 2012

Comentario editorial del 11-11-12

COMENTARIO DEL 11-11-12
La semana: pues como siempre de todo un poco y los medios de comunicación han tenido información de los más variado, por lo tanto podemos decir que esta ha sido una semana pródiga en noticias y digo esto porque un mes más hemos tenido datos del paro que sigue en su escalada imparable, que la verdad no se a donde vamos a llegar, porque no veo que el Gobierno de la Nación intente nada para contener esta sangría. La bolsa estuvo una semana más a la baja, lo contrario que la prima de riesgo que siguió subiendo aunque de forma algo más moderada que en meses pasados. Otra de las noticias que los medios de comunicación abrieron en portada, es otro de los dramas que surgen como consecuencia de la crisis. Los desahucios. Una problemática que lleva a miles de ciudadanos a quedarse sin sus casas lo que a algunos les lleva al suicido por no poder hacer frente a sus hipotecas. A la vista de tal desagravio, parece que los dos principales partidos políticos intentan aunar fuerzas para buscar unas soluciones que para algunos llega demasiado tarde. El Gobierno ha inyectado miles de millones a la banca, pero los desahucios son precisamente víctimas de los bancos, ¿Dónde está el tan aclamado estado de bienestar? No puedes pagar tu casa y te tiran a la calle sin compasión, sin piedad. A la vista de esto en este país el estado de bienestar excluye a una persona por su edad, por estar parado o por estar enferma. Es una vergüenza de que la oligarquía política nos diga por activa y por pasiva que para salir de la crisis es necesario hacer renuncias, lo que es muy triste es que en algunos casos estas renuncias sean con la vida.
Esta semana también fue noticia el comienzo de la campaña electoral en Cataluña con el independentismo como telón de fondo. Creo que en domingos anteriores he dicho muy claro mi humilde opinión hacia el independentismo de Cataluña, hoy solo voy a decir: Que se vayan. Que se vayan  y disfruten de una independencia que millones de españoles deseamos,  porque estamos hartos de su rapacidad y su hipocresía.
Por otro lado se habló, además mucho de la fiesta de los jóvenes del Madrid Arenas, hay una inmensidad de opiniones, pero como en este país no se tomen medidas drásticas, no será una osadía el decir, que en la próxima fiesta de fin de año puedan volver a repetirse escenas vividas la pasada semana.
Pero quizás una de las cosas de los que se volvió hablar en este país fue de los matrimonios de personas del mismo sexo o mejor dicho,  su expresión de matrimonio. Y la verdad que la decisión del Tribunal Constitucional a favor del matrimonio denominado homosexual no deja de ser un ataque en toda regla al orden constitucional vigente, a decir verdad, en términos jurídicos, equivale a  un atentado, con una envergadura semejante a la validez del estatuto de Cataluña. Se esté a favor o no del matrimonio entre personas del mismo sexo, la argumentación jurídica del Tribunal Constitucional resulta intolerable y digo esto porque la misión de un tribunal es aplicar la ley y no intentar desvirtuarla, vulnerarla o torcerla apelando a dudosas fórmulas jurídicas. Si la Constitución en su Artículo 32 establece que el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer, el matrimonio entre personas del mismo sexo es abiertamente inconstitucional y de hecho, hasta así lo reconocen los Magistrados del Tribunal Constitucional, por lo tanto dada esa realidad, de llamar matrimonio a personas del mismo sexo  implicaría en una reforma previa de la Constitución. Lo que es incomprensible es que un grupo de jueces viole la formulación precisa de la Constitución, apelando a una supuesta evolución del sentir social que, primero nadie puede demostrar ni calibrar y segundo jamás puede constituir un argumento para violar el enunciado exacto de las leyes. El Tribunal Constitucional no solo ha consagrado ese principio de que una cabra puede ser un gato si así lo decide un juez, sino que ha abierto la puerta a las mayores barbaridades que puedan ser cometidas por un déspota o por un grupo de presión por muy minoritario que sea. Que dios nos coja confesados.
García MOLINA

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