lunes, 11 de marzo de 2013

Comentario editorial del 10-03-13

COMENTARIO EDITORIAL DEL 10-03-13
La semana: Pues como siempre de todo un poco, aunque lo que más se comentó, en todos los medios de comunicación  fue la muerte del Presidente de Venezuela.  La muerte de Chávez supone la desaparición de uno de los más infames y dañinos políticos que ha padecido Iberoamérica en las últimas décadas. Su final, por lo esperpéntico, ha sido acorde a su trayectoria, que si no fuese trágica para Venezuela y toda la región, podríamos decir que es de risa. Fíjense hasta que extremo llega el esperpento que Nicolás Maduro llegó a afirmar que la enfermedad de Chávez "fue inoculada por los enemigos históricos de la patria".  Y apostilló "No tenemos duda de que llegará el momento indicado de la historia en que se pueda conformar una comisión científica de que el comandante Chávez fue atacado". Desde que anunciaron su muerte los chavistas están subiendo constantemente el listón del esperpento, como haciendo jurar el cargo de presidente a un Chávez ya cadáver, así como pasear su ataúd vacio por el centro de Venezuela. Fíjense hasta qué extremo llega la dictadura, que el pasado viernes fue nombrado presidente Nicolás Maduro lo que supone incurrir en un delito de usurpación de funciones públicas castigado con pena de cárcel, cosa a le es indiferente. Y digo esto porque la salida a esta situación debería ser la inmediata convocatoria de nuevas elecciones y que los chavistas eligieran un nuevo candidato a la presidencia. Ayer el Consejo Nacional Electoral, anunció que el próximo 14 de Abril habrá elecciones en Venezuela, donde el candidato Chavista será Nicolás Maduro, que llegará a las elecciones como presidente de Venezuela, algo que van en contra de la constitución del país. La estela se Chávez va ser seguida por Maduro, es decir,  la concentración del poder en un solo hombre, el desprecio a las reglas más elementales de la democracia, la perpetuación en el poder como sea y el sistemático y hasta esperpéntico recurso a la mentira.
Ya está la chimenea preparada, con un total de 115 cardenales representando  a los cinco continentes, el próximo martes dará comienzo el cónclave para elegir el sucesor de Benedicto XVI. Ese mismo día por la mañana se celebrará en la basílica de San Pedro la Santa Misa "Pro eligiendo Romano Pontífice" y ya por la tarde los  cardenales electores entrarán en la capilla Sixtina para comenzar el cónclave. Esa misma tarde habrá una primera votación, con la consiguiente "fumata". Que hasta que no salga blanca no habrá PAPA.
Por otro lado esta semana se celebró  el día mundial de la mujer trabajadora, lamentablemente la dictadura de lo políticamente correcto ha vinculado su celebración con una serie de afirmaciones, que quizás por repetirse miles de veces, han terminado por resultar apenas cuestionadas. La primera de esas afirmaciones es la que ha identificado como mujer trabajadora la que no trabaja en su hogar, sino fuera de él a cambio de un salario. La segunda de esas afirmaciones es la que ha insistido en que ese trabajo realizado fuera de casa es de mayor importancia que el hecho en el hogar, e incluso aquellas que determinan por hacer éste último, solo son mujeres de segunda, pobres féminas atrasadas o simples marujas. La tercera de esas afirmaciones es la que pretende que el trabajo más importante para una mujer es aquel que implica un mando, a ser posible de carácter político y que por lo tanto esos puestos deben de ser especialmente apetecidos e incluso entregado a las mujeres en virtud de una cuota fija. La verdad que estas tres afirmaciones solo constituyen falacias endebles además de socialmente peligrosas. En primer lugar no es mujer trabajadora únicamente la que trabaja fuera de casa para ganar un sueldo. Por el contrario, durante siglos, el trabajo de la mujer ha venido siendo de forma fecunda y provechosa  a actividades que se realizaban dentro del mundo doméstico, a nadie con un mínimo de decencia, se le ocurriría  afirmar que esa labor femenina  en la casa, en el campo, en la huerta o en el corral nadie, puede decir que ese no es trabajo, cuando la mayoría de las veces es un trabajo de lo más duro. En segundo lugar, tampoco es cierto que el trabajo realizado fuera de casa sea más digno o resulte una muestra de una mayor categoría moral, psicológica o humana que el que se hace en el hogar. Pretender que una doctora, que una jueza, que una dependienta, desempeña un trabajo más digno, más honroso o más útil que un ama de casa, no solo es una demostración de clasismo social, sino una escandalosa mentira. Mentira que oculta los hechos más importantes de la historia, como es el enorme papel de la mujer en la educación de los hijos, en los procesos de socialización, en la enseñanza de la moral, en la estabilidad familiar o  el aporte de patrones para bordar la vida con realismo y solidez. Hoy no todas las mujeres son arquitectos, pero durante siglos construyeron las sociedades del hogar. Hoy no todas las mujeres son asistentas sociales o enfermeras, pero durante siglos millones de ellas atendieron de manera incomparable a niños, ancianos y enfermos. Hoy no todas las mujeres son educadoras o maestras, pero durante siglos millones de ellas enseñaron a sus hijos a convertirse en hombres y mujeres de provecho para sí mismo y para la sociedad donde vivían. La tercera mentira políticamente correcta es la que defiende que una mujer que alcanza puestos de mando, puestos no pocas veces provocados por la denominada discriminación positiva, también alcanza la cima social y se convierte en una manifestación de la emancipación. En definitiva solo me queda decir, que  seguramente la dictadura de lo políticamente correcto nunca lo reconocerá, pero la influencia de esas mujeres anónimas ha sido muy superior en la civilización humana que cualquiera de los intelectuales, filósofos y feministas más relevantes y, es que si prescindiéramos de políticas como Carmen Chacón o Bibiana Aido, como Ana Mato o Leire Pajín, como María Dolores de Cospedal que esta semana hizo sexistas comentarios sobre los hombres que se van al futbol, si prescindiéramos de todas ellas, no perderíamos absolutamente nada, sin embargo si nuestra sociedad perdiese las mujeres que trabajan en casa, pensando que no son trabajadoras, que son mujeres de segunda clase o que su labor no tiene mérito, el género humano perdería con ellas la sal de la tierra, sin ellas más temprano que tarde, acabaríamos extinguiéndonos nosotros y la civilización.
García MOLINA

No hay comentarios:

Publicar un comentario