COMENTARIO EDITORIAL DEL 07-04-13
La semana: pues como siempre hemos tenido de todo, aunque lo que más se habló, en todas las tertulias de radio y televisión fue imputación de la Infanta por su implicación en el Caso Nóos. La verdad que la imputación de la Infanta Cristina constituye un hecho histórico, aunque permítanme decir que eso no es lo importante en este episodio, sino que al adoptarse semejante resolución, el juez ha demostrado una más que deseable, independencia judicial. Nadie puede dudar de que la presunción de inocencia es aplicable a la Infanta Cristina como a cualquier otro ciudadano. Tampoco puede descartarse que tras su declaración como imputada, la Infanta pueda no ser procesada, o en caso de serlo terminar absuelta. Sin embargo y a pesar de todo, no era de recibo, no era admisible y no era tolerable el no proceder a su imputación cuando existen aspectos de la causa, que solo ella puede aclarar con su testimonio y cuando existen más que sobrados indicios de criminalidad de las que se encuentra implicada de manera indiscutible. Dígase lo que se diga, si la Infanta no hubiese sido imputada, tendríamos que llegar a la conclusión hoy, de que no existe igualdad ante la ley. Dígase lo que se diga, si la Infanta no hubiese sido imputada tendríamos que llegar a la conclusión hoy, de que no existe una justicia real en España. Y Dígase lo que se diga, si la Infanta no hubiese sido imputada, tendríamos que llegar a la conclusión hoy, de que se estaba comidiendo un crimen tan horrible, tan nefasto y tan injusto, como el de afirmar ante un tribunal, que un blanco tiene más derechos y obligaciones que un negro. Y es que la acción de la justicia en este caso, no puede ni debe venir marcada ni por los intereses políticos, ni por las tertulias mediáticas, ni por los linchamientos callejeros, sino por la exigencia irrenunciable de la igualdad ante la ley.
García Molina
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