lunes, 25 de abril de 2016

Comentario editorial del 24-04-16

COMEMTARIO EDITORIAL DEL 24-04-16

La semana:  Pues como siempre hemos tenido de todo un poco, los partidos políticos parece que tienen la idea formada de que se van a repetir las elecciones, aunque según las encuestas no habrá mucha variación en las mismas, de ser así la pregunta es obvia. ¿Vamos a seguir  sin gobierno el resto del año? ¿Van a ser los líderes actuales los cabeza de lista de los diferentes partidos? Digo esto porque si ahora no son capaces de ponerse de acuerdo, y repito, las encuestas dan un resultado parecido,  tengo mis dudas de que lo hagan después de unas nuevas  elecciones.

Pero permítanme que el editorial hoy tenga nombre propio: la corrupción. Y es que la corrupción es una marca característica de las sociedades hispanas, retratada magníficamente  por genios literarios como Cervantes o Quevedo que se extiende desde las clases más humildes a las cimas del poder, en realidad tampoco cabe esperar otra cosas desde el momento de que esa sociedad ha sido educada moralmente durante siglos por una confesión religiosa que considera que la mentira y el hurto son meros  pecados bienales, es decir, faltas que pueden desaparecer fácilmente. Por lo tanto la  corrupción es enormemente dañina para la sociedad, pero alcanza sus cotas más peligrosas cuando afecta aquellos que tienen capacidad de decisión política y que se valen de ella no solo para sus propios fines sino para acaparar el disfrute del aparato del estado. A la vista de esto  el proceso resulta preocupante y me explico.

1º Se saquea el presupuesto público para con él sobornar a segmentos enteros de la población y enriquecerse.

Para mantener ese presupuesto público disparatado, se suben los impuestos y se aumenta la deuda.

Para pagar la deuda creciente vuelven a subir los impuestos estrangulando la economía.

Para hacer frente a este estrangulamiento de la economía, todavía suben más los impuestos, todavía aumenta más la deuda y la Agencia Tributaria empieza actuar como una banda de la porra del poder esquilmando contra todo derecho a los ciudadanos.  Cuando esa situación resulta insoportable, la Agencia Tributaria es utilizada, incluso, para callar a disidentes que dicen la verdad, que se han atrevido a sentar en el banquillo a un miembro de la Casa Real o que amenazan a los bancos. Al final el sistema democrático queda totalmente envilecido porque realmente ya no existen libertades. La libertar de culto aparece  disminuida por las ayuda de un poder político corrupto. La libertad de elecciones comprada, en mayor o menor medida por los partidos, por los partidos del presupuesto utilizado por políticos corruptos. La libertad económica se convierte prácticamente en imposible a causa de unos impuestos confiscatorios y de los apaños desde el poder. La libertad de expresión se acercan a lo mítico, con unos medios de comunicación vendidos a la publicidad y emparejados con los poderes políticos. Finalmente el contribuyente se convierte en una oveja a la que se esquilma, cada vez con mayor fruición y a la que se convoca para abalar en papeleta   cada cuatro años.

Esa situación ha quedado especialmente de manifiesto en regiones de España, como la Comunidad Valenciana, la socialista andaluza o la independentista Cataluña, sobre todo en estas dos últimas no ha existido alternancia en el poder. Pero la lacra, con todo, es aplicable al conjunto de la nación desde hace décadas, entre otras razones, porque los poderes públicos  desde la cima a la base son protagonistas de esa corrupción. La verdad que es para salir corriendo, por no decir otra cosa, digo esto porque los derechos del pueblo han sido convertidos en objeto de intercambio para beneficio de las clases privilegiadas, de los corruptos y de los que aprovechan del gasto público sin ninguna justificación.

García MOLINA

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