domingo, 7 de abril de 2019

Comentario editorial del 07-04-19

COMENTARIO EDITORIAL DEL 07-04-19

La semana: como siempre hemos tenido de todo un poco y estando en precampaña electoral más todavía, los partidos políticos están en todo su esplendor, así que se pasa de la eutanasia a los decretos de los viernes del Gobierno, o esa experta en infancia de Podemos, la que tenía a los hijos secuestrados, el rifirrafe en el Parlamento Vasco donde un etarra llamó nazis a la Guardia Civil y Policía, en fin muchas cosas podríamos hablar.

Pero esta semana comenzó la campaña de la renta, España es hoy en día un país en el que una parte de la opinión pública y una parte importante de la clase política hacen del pago de tributos un tema moral de una importancia extrema. Hasta tal punto llega esta inquisición impositiva que son legión los que se muestran dispuestos a quemar en la hoguera a todo aquel que intente pagar menos impuestos, incluso haciéndolo de forma completamente legal, y, sin duda, un político condenado por defraudar a Hacienda tendría muchos más problemas para presentarse a unas elecciones que un condenado por terrorismo o una cómplice de asesinato. Como está demostrado.

Es una forma de moral pública absolutamente descabellada, pero aún lo es más cuando en la contraparte encontramos una Administración tributaria que es sin duda de lo peor que tiene España en este momento, dispuesta a aprovechar todos los resquicios para saquear a los ciudadanos, especialmente a las clases medias, además de absolutamente inmisericorde con los más débiles si tiene la oportunidad.

Esta  forma organizada de latrocinio trata de revestirse de una justificación moral por la que parece que debamos sentirnos particularmente felices por ser robados. Porque lo cierto es que no todos los impuestos se dedican a hospitales y colegios, como trata de difundir la propaganda estatal; la verdad es que la mayor parte de lo recaudado se destina a mantener una inmensa maquinaria llena de funcionarios improductivos, chiringuitos, subvenciones multimillonarias y amiguismo, una costosísima estructura directamente conectada con los políticos que dictan las normas y se benefician del reparto del maná estatal. La dura realidad es que el dinero de todos los contribuyentes no sostiene el estado de bienestar, sino el bienestar del Estado.

García MOLINA


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